“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida” (Juan 8, 12)
¡Toda una declaración! Jesús, mi buen y amado Jesús. No podías ser más claro y más gráfico al definirte ante los fariseos. Al igual que con ellos el usar el concepto «luz» como imagen para manifestarte ante mi no podía ser más acertada. Lo se y lo sabes. Durante mucho mucho tiempo, demasiado tiempo, anduve entre tinieblas hasta que un buen día se me abrieron los ojos, y allí estabas frente a mi, resplandeciente, luminoso y brillante. En realidad siempre habías estado allí conmigo pero estaba tan cegado que no podía ni tan siquiera percibir tu luz.
Van pasando los meses y tu luz sigue en mi manifestándose de muy diversas formas:
- Como un faro que siempre está encendido para guiarme en mi travesía de conversión y para re orientar mi rumbo cuando este se ha desviado, cosa que suele suceder a menudo mi Dios.
- Como esa pequeña vela que siempre me recuerda tu presencia real. Esa vela que siempre está junto al sagrario y que cada vez que la veo siento que vuelvo a estar en casa, de donde nunca debí marcharme y donde se que siempre me recibirás con los brazos abiertos y me colmarás de besos.
- Como una linterna que ilumina mi caminar por este mundo tan a menudo cubierto de tinieblas y dominado por la densa oscuridad del mal.
- Como una lámpara que irradia su potente luz dando brillo a mi hogar, mi trabajo, mi familia, mis amigos, en definitiva a todo lo que me rodea. Una lámpara que debo aprender a colocar en un lugar donde todos puedan apreciar tu brillo.
- Como una fuente de calor inmensamente reconfortante y sanadora como sólo puede serlo el amor de un padre y una madre.
- Como el fuego que mantiene encendida la llama de mi débil Fe y que hace arder mi corazón cuando estoy frente a Ti.
- Como la lumbre que da calor los ‘alimentos’ que dan vida a mi fría alma: los sacramentos y la oración.
- Como una candela que en la oscuridad me ayuda a leer fácilmente y buscar respuestas en tu Palabra cuando las cosas parecen no tener sentido.
- Y como no, como vida. No en vano tu luz es luz de vida. «Dar a luz» solemos decir aquí cuando traemos una nueva vida al mundo. Tu luz es nacer de nuevo a la vida.
¡Gracias mi buen Jesús por ser mi luz y la luz del mundo!